El Rojo se impuso por 2-0 sobre el Millonario en Avellaneda, acumuló
tres victorias al hilo y desplazó a Godoy Cruz de lo más alto. Darío
Gandín (PT 38m) y Andrés Silvera (ST 15m) marcaron para el equipo de
Gallego, que potenció su ilusión y hundió en la decepción a los de
Núñez.
En medio del desierto en el que sufren los otros cuatro grandes, la ilusión de Independiente cada
vez florece con mayor intensidad. El Rojo venció por 2-0 a River con un
par de dosis de su contundencia y se convirtió en el único puntero del
Torneo Clausura. Además, los dirigidos por Américo Gallego hilvanaron
tres victorias al hilo sin recibir goles. Para los de Leonardo Astrada
sólo quedó decepción, la habitual sensación que había sido levemente
disipada tras el agónico éxito ante San Lorenzo.
Luego del caluroso recibimiento que disfrutó Independiente, arrancó un
partido signado por una gran paridad. Se sabía que la propuesta del
Rojo iba a ser audaz como siempre. En cambio, sorprendió ver a un River
concentrado que presionara tan arriba. Astrada, que sorprendió con las
inclusiones de Mauro Díaz y Rogelio Funes Mori, se preocupó por impedir
una clara salida de su rival desde el fondo y presionó tanto a Lucas
Mareque como a Walter Acevedo, las principales vías de gestación del
local.
En un panorama equilibrado y un desarrollo de juego muy veloz, el Millonario mostró un
mejor funcionamiento
en el comienzo y a los 16 tuvo su primera jugada de riesgo. Matías
Abelairas se escapó por izquierda y sometió con un fuerte disparo al arquero Adrián
Gabbarini, que dio un rebote que tampoco pudo aprovechar Gustavo
Canales. El conjunto de Núñez supo dañar por ese sector donde hacían
agua Walter Busse y Luciano Vella. Más tarde, el asistente Roberto Reta
salvó al Rojo de un mano a mano de Funes Mori, a quien vio erróneamente
inhabilitado tras un achique de la defensa. Pese a que Américo Gallego
había repudiado el adelantamiento de la defensa para jugar al offside,
su equipo aplicó ese recurso como un método durante casi todo el primer
periodo.
River, que cuando atacaba confeccionaba un 4-2-2-2 con Rojas
cerrado para dejarle el callejón a Paulo Ferrari, volvió a exigir a
Gabbarini con un disparo del
volante guaraní.
Nada hacía presagiar lo que sobrevendría en Avellaneda. A los 38,
Acevedo dibujó un pase alto que quedó en los pies de Darío Gandín,
quien picó habilitado por Juan Manuel Díaz y sometió a Daniel Vega con
un derechazo. Justo el Chipi, criticado por sus hinchas, le daba una
ventaja fundamental a su equipo en un duelo apretado. A poco del
entretiempo, Gabbarini le dijo no a Canales y sostuvo esa exigua
diferencia.
Con el 1-0 a favor, Independiente empezó a cursar el examen de
administración de ventajas, ese que había aprobado con lo justo ante
Racing y
Tigre. El Tolo insistió para que su equipo no se metiera atrás y tuvo
eco, ya que el Rojo supo contener los tibios ataques del rival con
sacrificio colectivo y apostó por la tenencia de pelota. Cuando
iban 15 del complemento, Independiente aumentó la diferencia con una
gran jugada que se gestó con una pared entre Ignacio Piatti y Busse,
quien desbordó por derecha y envió un centro que Andrés Silvera
transformó en gol. Una cabal demostración de lo que pueden hacer un
puñado de jugadores con buen pie si les dan espacios.
La intención de cada equipo quedó a la vista tras la danza de los
cambios. Astrada volvió a depositar su esperanza en la pegada de
Gallardo y en la velocidad de Villalva. Por su parte, Gallego buscó
mayor contención con Vittor por Busse y recambio de puntas con Núñez y
González por Gandín y Silvera. La pobreza del Millonario, ya sin la
nitidez del entusiasta inicio, no fue suficiente para rasguñar siquiera
a la estructura defensiva roja.
Independiente dio muestras de que aprendió de las lecciones. Una de
ellas, defenderse con la pelota y no acurrucarse atrás, hoy se la
estudió a pleno. Si bien aún queda mucho por recorrer, el equipo de
Avellaneda consiguió un respaldo anímico clave para seguir en la
búsqueda de la ansiada gloria, esa que no conoce desde finales de 2002.
En cambio, River dejó atrás su breve luna de miel para retornar al
pantano de dudas donde habita desde hace casi dos años.
tres victorias al hilo y desplazó a Godoy Cruz de lo más alto. Darío
Gandín (PT 38m) y Andrés Silvera (ST 15m) marcaron para el equipo de
Gallego, que potenció su ilusión y hundió en la decepción a los de
Núñez.
En medio del desierto en el que sufren los otros cuatro grandes, la ilusión de Independiente cada
vez florece con mayor intensidad. El Rojo venció por 2-0 a River con un
par de dosis de su contundencia y se convirtió en el único puntero del
Torneo Clausura. Además, los dirigidos por Américo Gallego hilvanaron
tres victorias al hilo sin recibir goles. Para los de Leonardo Astrada
sólo quedó decepción, la habitual sensación que había sido levemente
disipada tras el agónico éxito ante San Lorenzo.
Luego del caluroso recibimiento que disfrutó Independiente, arrancó un
partido signado por una gran paridad. Se sabía que la propuesta del
Rojo iba a ser audaz como siempre. En cambio, sorprendió ver a un River
concentrado que presionara tan arriba. Astrada, que sorprendió con las
inclusiones de Mauro Díaz y Rogelio Funes Mori, se preocupó por impedir
una clara salida de su rival desde el fondo y presionó tanto a Lucas
Mareque como a Walter Acevedo, las principales vías de gestación del
local.
En un panorama equilibrado y un desarrollo de juego muy veloz, el Millonario mostró un
mejor funcionamiento
en el comienzo y a los 16 tuvo su primera jugada de riesgo. Matías
Abelairas se escapó por izquierda y sometió con un fuerte disparo al arquero Adrián
Gabbarini, que dio un rebote que tampoco pudo aprovechar Gustavo
Canales. El conjunto de Núñez supo dañar por ese sector donde hacían
agua Walter Busse y Luciano Vella. Más tarde, el asistente Roberto Reta
salvó al Rojo de un mano a mano de Funes Mori, a quien vio erróneamente
inhabilitado tras un achique de la defensa. Pese a que Américo Gallego
había repudiado el adelantamiento de la defensa para jugar al offside,
su equipo aplicó ese recurso como un método durante casi todo el primer
periodo.
River, que cuando atacaba confeccionaba un 4-2-2-2 con Rojas
cerrado para dejarle el callejón a Paulo Ferrari, volvió a exigir a
Gabbarini con un disparo del
volante guaraní.
Nada hacía presagiar lo que sobrevendría en Avellaneda. A los 38,
Acevedo dibujó un pase alto que quedó en los pies de Darío Gandín,
quien picó habilitado por Juan Manuel Díaz y sometió a Daniel Vega con
un derechazo. Justo el Chipi, criticado por sus hinchas, le daba una
ventaja fundamental a su equipo en un duelo apretado. A poco del
entretiempo, Gabbarini le dijo no a Canales y sostuvo esa exigua
diferencia.
Con el 1-0 a favor, Independiente empezó a cursar el examen de
administración de ventajas, ese que había aprobado con lo justo ante
Racing y
Tigre. El Tolo insistió para que su equipo no se metiera atrás y tuvo
eco, ya que el Rojo supo contener los tibios ataques del rival con
sacrificio colectivo y apostó por la tenencia de pelota. Cuando
iban 15 del complemento, Independiente aumentó la diferencia con una
gran jugada que se gestó con una pared entre Ignacio Piatti y Busse,
quien desbordó por derecha y envió un centro que Andrés Silvera
transformó en gol. Una cabal demostración de lo que pueden hacer un
puñado de jugadores con buen pie si les dan espacios.
La intención de cada equipo quedó a la vista tras la danza de los
cambios. Astrada volvió a depositar su esperanza en la pegada de
Gallardo y en la velocidad de Villalva. Por su parte, Gallego buscó
mayor contención con Vittor por Busse y recambio de puntas con Núñez y
González por Gandín y Silvera. La pobreza del Millonario, ya sin la
nitidez del entusiasta inicio, no fue suficiente para rasguñar siquiera
a la estructura defensiva roja.
Independiente dio muestras de que aprendió de las lecciones. Una de
ellas, defenderse con la pelota y no acurrucarse atrás, hoy se la
estudió a pleno. Si bien aún queda mucho por recorrer, el equipo de
Avellaneda consiguió un respaldo anímico clave para seguir en la
búsqueda de la ansiada gloria, esa que no conoce desde finales de 2002.
En cambio, River dejó atrás su breve luna de miel para retornar al
pantano de dudas donde habita desde hace casi dos años.