El tsunami llega a las costas de Japón
Tras pasar de largo por la costas de Hawai, el tsunami provocado por el
terremoto de Chile ha llegado esta madrugada (hora peninsular española)
a Japón. Olas de casi 1,5 metros han golpeado la costas de la
prefectura de Iwate, en el norte del país, donde está en vigor una
alerta por la posibilidad de un tsunami, que ha obligado a evacuar a
320.000 personas.
En las prefecturas de Iwate, Aomori y Miyagi hay una alerta de "gran
tsunami", con riesgo de olas de hasta de tres metros. Se tata de la
mayor alerta emitida por Japón en los últimos 17 años, mientras que en
el resto de la costa nipona del Pacífico hay alerta naranja por riesgo
de olas de hasta dos metros. A la norteña isla de Hokkaido han llegado
por ahora ondas de hasta 30 centímetros, según la Agencia
Meteorológica, que ha advertido de que la segunda y tercera tanda de
olas serán mayores que las primeras, por lo que la alerta se mantendrá
durante largo tiempo.
Los servicios de guardacostas han
recomendado a los barcos que no operen en la costa de Iwate, mientras
que los servicios ferroviarios se han paralizado en varias zonas
costeras y la aerolínea doméstica IBEX ha cancelado dos vuelos que
debían operar en las áreas de alerta máxima.
Sin alerta en Hawai
El
Centro de Alertas de Tsunami en el Pacífico estadounidense (PTWC, en
sus siglas en inglés) ha retirado esta madrugada (hora española) la
alerta por tsunami que había decretado horas antes para el archipiélago
estadounidense de Hawai, al comprobar que las olas que habían llegado
hasta ese momento a las islas eran menores de lo previsto y en una
frecuencia que indicaba la ausencia total de peligro de maremoto. Y es
que las olas no pasaron del metro de altura, muy lejos de los dos
metros y medio con los que se había puesto en alerta a la población,
evacuada a primera hora a zonas altas del archipiélago.
Los
medios estadounidenses siguieron con gran entusiasmo la cobertura
desplegada por las autoridades para minimizar el impacto del tsunami
que luego nunca llegó. La CNN, por ejemplo,
consagró varias horas de emisión a hacer un seguimiento exhaustivo de
los movimientos de la gran ola, de cómo iba acercándose minuto a minuto
a las costas hawaianas sin que nada pareciera evitarlo. Pero tanto
preparativo y expectación se vieron truncados por la realidad de unas
olas que no superaron, en el mejor de los casos, el metro de altura.
Algo que un buen surfista hubiera agradecido de no haber mediado las
masivas evacuaciones, pero que se tradujo en un escenario muy alejado
de la catatástrofe natural que parecía iba a cebarse con la tierra
natal del presidente Obama.
El seísmo de más de 8 grados en la escala de Richter que sacudió el sábado Chile
generó este domingo una alerta por tsunami en el Océano Pacífico. Más
de medio centenar de naciones se encontraban en riesgo de sufrir las
consecuencias de las mayores olas que se han producido en ese océano
desde 1964. En Hawai, se siguió con gran expectación la inminente
llegada de la gran ola, que luego pasó de largo. Las olas de un metro
de altura bañaron playas desiertas, porque muchos de los residentes de
las zonas costeras se encontraban ya en regiones más altas siguiendo la
recomendación de las autoridades estadounidenses.
Cuando
despuntaba el alba, a las seis de la madrugada de ayer sábado (hora
local), las sirenas ulularon en Hawai. El mensaje que llevaban era el
de la alerta ante una situación que podría ser trágica de consumarse.
La sirenas sonaron para pedir a la población que permaneciera en sus
casas y a aquellos que residen más cerca de las costas que procedieran
a la evacuación inmediata. "Lo mejor que pueden hacer es seguir las
instrucciones que les den las autoridades", dijo el presidente Obama en
su mensaje. El presidente norteamericano, que estuvo acompañado durante
parte del día de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, y la
secretaria de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, se mantuvo en
contacto frecuente con algunos responsables locales y habló por
teléfono con la presidente chilena, Michelle Bachelet, a la que ofreció
toda la ayuda que ese país pueda necesitar.
El aeropuerto
internacional de Hilo ha sido cerrado. En Honolulu, la gasolina se
acabó en algunas estaciones. Las autoridades hawainas han advertido que
es difícil calcular con exactitud el daño que podría causar el tsunami
pero que era necesario prepararse para graves efectos. "Estamos ante
una situación muy peligrosa", advirtió ayer el portavoz del servicio de
emergencias de Hawai, John Cummings.
"Estamos preparados y tranquilos"
Tanto
en ese archipiélago, precisamente el lugar de nacimiento del presidente
norteamericano, como en Samoa, los dos territorios norteamericanos más
afectados, la población reaccionó rápidamente ante la alerta. "Ha
habido muy buena organización y nos han avisado con mucho tiempo así
que estamos preparados y tranquilos", declaraba el arquitecto español
Francisco Gutiérrez a este periódico desde Honolulu. "De los
supermercados ha desaparecido el agua y la comida en lata",
puntualizaba Gutiérrez, que a las 6.30 de la mañana ya estaba en un
centro comercial. Su mujer, Macala Velayos, asegura que reaccionaron
con calma y que no sintieron miedo. "Saltamos de la cama y encendimos
la televisión, entonces supimos lo que sucedía", dice Velayos, quien
confirma que las alarmas son algo común en la zona, pero más bien como
simulacro, y en esos casos las autoridades avisan de que se van a
producir. La pareja de españoles, padres de una niña de dos años y
medio, relatan sentirse tranquilos y confiados porque viven en una
colina pero unos amigos suyos se han trasladado con ellos ya que
residían en la playa. "Aquí estamos seguros", insiste la joven
madrileña. "Aunque es muy extraño ver todos los barcos en alta mar
marchándose de los puertos para ponerse a salvo, como una inmensa
regata", confiesa Velayos.
Los efectos del tsunami podrían
sentirse en las próximas horas desde la costa occidental de América
hasta Asia, Australia y Nueva Zelanda. Alaska también se encontraba
ayer en alerta de emergencia.fuente
Tras pasar de largo por la costas de Hawai, el tsunami provocado por el
terremoto de Chile ha llegado esta madrugada (hora peninsular española)
a Japón. Olas de casi 1,5 metros han golpeado la costas de la
prefectura de Iwate, en el norte del país, donde está en vigor una
alerta por la posibilidad de un tsunami, que ha obligado a evacuar a
320.000 personas.
En las prefecturas de Iwate, Aomori y Miyagi hay una alerta de "gran
tsunami", con riesgo de olas de hasta de tres metros. Se tata de la
mayor alerta emitida por Japón en los últimos 17 años, mientras que en
el resto de la costa nipona del Pacífico hay alerta naranja por riesgo
de olas de hasta dos metros. A la norteña isla de Hokkaido han llegado
por ahora ondas de hasta 30 centímetros, según la Agencia
Meteorológica, que ha advertido de que la segunda y tercera tanda de
olas serán mayores que las primeras, por lo que la alerta se mantendrá
durante largo tiempo.
Los servicios de guardacostas han
recomendado a los barcos que no operen en la costa de Iwate, mientras
que los servicios ferroviarios se han paralizado en varias zonas
costeras y la aerolínea doméstica IBEX ha cancelado dos vuelos que
debían operar en las áreas de alerta máxima.
Sin alerta en Hawai
El
Centro de Alertas de Tsunami en el Pacífico estadounidense (PTWC, en
sus siglas en inglés) ha retirado esta madrugada (hora española) la
alerta por tsunami que había decretado horas antes para el archipiélago
estadounidense de Hawai, al comprobar que las olas que habían llegado
hasta ese momento a las islas eran menores de lo previsto y en una
frecuencia que indicaba la ausencia total de peligro de maremoto. Y es
que las olas no pasaron del metro de altura, muy lejos de los dos
metros y medio con los que se había puesto en alerta a la población,
evacuada a primera hora a zonas altas del archipiélago.
Los
medios estadounidenses siguieron con gran entusiasmo la cobertura
desplegada por las autoridades para minimizar el impacto del tsunami
que luego nunca llegó. La CNN, por ejemplo,
consagró varias horas de emisión a hacer un seguimiento exhaustivo de
los movimientos de la gran ola, de cómo iba acercándose minuto a minuto
a las costas hawaianas sin que nada pareciera evitarlo. Pero tanto
preparativo y expectación se vieron truncados por la realidad de unas
olas que no superaron, en el mejor de los casos, el metro de altura.
Algo que un buen surfista hubiera agradecido de no haber mediado las
masivas evacuaciones, pero que se tradujo en un escenario muy alejado
de la catatástrofe natural que parecía iba a cebarse con la tierra
natal del presidente Obama.
El seísmo de más de 8 grados en la escala de Richter que sacudió el sábado Chile
generó este domingo una alerta por tsunami en el Océano Pacífico. Más
de medio centenar de naciones se encontraban en riesgo de sufrir las
consecuencias de las mayores olas que se han producido en ese océano
desde 1964. En Hawai, se siguió con gran expectación la inminente
llegada de la gran ola, que luego pasó de largo. Las olas de un metro
de altura bañaron playas desiertas, porque muchos de los residentes de
las zonas costeras se encontraban ya en regiones más altas siguiendo la
recomendación de las autoridades estadounidenses.
Cuando
despuntaba el alba, a las seis de la madrugada de ayer sábado (hora
local), las sirenas ulularon en Hawai. El mensaje que llevaban era el
de la alerta ante una situación que podría ser trágica de consumarse.
La sirenas sonaron para pedir a la población que permaneciera en sus
casas y a aquellos que residen más cerca de las costas que procedieran
a la evacuación inmediata. "Lo mejor que pueden hacer es seguir las
instrucciones que les den las autoridades", dijo el presidente Obama en
su mensaje. El presidente norteamericano, que estuvo acompañado durante
parte del día de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, y la
secretaria de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, se mantuvo en
contacto frecuente con algunos responsables locales y habló por
teléfono con la presidente chilena, Michelle Bachelet, a la que ofreció
toda la ayuda que ese país pueda necesitar.
El aeropuerto
internacional de Hilo ha sido cerrado. En Honolulu, la gasolina se
acabó en algunas estaciones. Las autoridades hawainas han advertido que
es difícil calcular con exactitud el daño que podría causar el tsunami
pero que era necesario prepararse para graves efectos. "Estamos ante
una situación muy peligrosa", advirtió ayer el portavoz del servicio de
emergencias de Hawai, John Cummings.
"Estamos preparados y tranquilos"
Tanto
en ese archipiélago, precisamente el lugar de nacimiento del presidente
norteamericano, como en Samoa, los dos territorios norteamericanos más
afectados, la población reaccionó rápidamente ante la alerta. "Ha
habido muy buena organización y nos han avisado con mucho tiempo así
que estamos preparados y tranquilos", declaraba el arquitecto español
Francisco Gutiérrez a este periódico desde Honolulu. "De los
supermercados ha desaparecido el agua y la comida en lata",
puntualizaba Gutiérrez, que a las 6.30 de la mañana ya estaba en un
centro comercial. Su mujer, Macala Velayos, asegura que reaccionaron
con calma y que no sintieron miedo. "Saltamos de la cama y encendimos
la televisión, entonces supimos lo que sucedía", dice Velayos, quien
confirma que las alarmas son algo común en la zona, pero más bien como
simulacro, y en esos casos las autoridades avisan de que se van a
producir. La pareja de españoles, padres de una niña de dos años y
medio, relatan sentirse tranquilos y confiados porque viven en una
colina pero unos amigos suyos se han trasladado con ellos ya que
residían en la playa. "Aquí estamos seguros", insiste la joven
madrileña. "Aunque es muy extraño ver todos los barcos en alta mar
marchándose de los puertos para ponerse a salvo, como una inmensa
regata", confiesa Velayos.
Los efectos del tsunami podrían
sentirse en las próximas horas desde la costa occidental de América
hasta Asia, Australia y Nueva Zelanda. Alaska también se encontraba
ayer en alerta de emergencia.fuente