La enfermera fantasma
Según internos y trabajadores del hospital, han escuchado, sobre todo
en las noches, ruidos y sonidos extraños. Lo más “común”, en el
Hospital Juárez es la atención que esta enfermera tiene hacia los
enfermos; ya que se dice el que el fantasma de “La Planchada” se
aparece cuando algún enfermo no ha tomado sus medicamentos, ya sea por
negligencia de las enfermeras o por cualquier otro motivo.
En
varias ocasiones los enfermos argumentan que ya han tomado sus
medicamentos, cuando en realidad la enfermera en turno no había
suministrado medicamento alguno.
Y, en efecto, dada la descripción
de esta enfermera, que pocos han visto (pacientes y enfermeras), ha
atendido a “sus enfermos”. Hay dos versiones populares sobre el origen
de esta leyenda y otra del decano del Hospital Juárez, el doctor
Eduardo Jiménez Sandoval de 82 años de edad y 40 de trabajar en el
nosocomio.
La primera versión dice que un día llegaron los padres
de la hoy fantasmal figura, en calidad de pacientes a los cuales
atendió muy mal, y tiempo después, ahí murieron.
Otra versión es
que, supuestamente, esta enfermera trataba mal a los enfermos, aventaba
sus medicamentos y era muy estricta; se dice que es su espíritu el que
vaga en el viejo inmueble, cuidando que los enfermos que están ahí, se
encuentren bien, en castigo a tal crueldad que tenía con los mismos
cuando vivía.
Hay ocasiones en que las enfermeras del turno de la
noche, al hacer guardia se han quedado dormidas, y precipitadamente las
han despertado sintiendo un golpe con la palma de la mano en sus
cabezas. Estas, al despertar, no ven a nadie a su alrededor, solo los
largos y viejos pasillos, quietos en la mitad de la noche.
En la
dirección de este hospital, a la cual misteriosamente el paso es muy
restringido, inclusive para los que ahí trabajan, se habla de un cuadro
que se encuentra en una de las paredes; dicho cuadro, según dicen los
internos del nosocomio, correspondería a esta enfermera de la cual,
también misteriosamente, no se sabe casi nada, ni de dónde vino, ni
cuando ingresó al hospital y ni cómo murió; solo se sabe que fue una
mujer hermosa, de pelo corto y rubio, seria, pero sobre todo, estricta,
siempre de uniforme blanco almidonado; caminando erguida por los
pasillos.
La enfermera Romy del Rayo Gordillo, dijo que a todo el
personal le consta la existencia del fantasma que describió como una
mujer alta, rubia, de ojos azules, con ropaje similar al usado en el
Virreinato, pero que nadie desea hablar de ello. Algunos trabajadores
que pidieron el anonimato, argumentaron el temor a la que alguien pueda
mofarse.
El Hospital Juárez data desde la Conquista, cuando Fray
Pedro de Gante fundó las cuatro primeras iglesias, de las cuales, una
fue denominada Parroquia de los Indios de San Pablo, que estuvo a cargo
de los padres franciscanos.
Es interesante saber que en este lugar
se fundó la primera biblioteca de la Nueva España, y que fue ahí mismo
donde se comenzó la era de la astronomía en el México conquistado; ya
que ahí llegaron los primeros Astrolabios e instrumentos astrológicos
del Viejo Mundo, mismos que sirvieron para los primeros estudios, como
ya lo dijimos anteriormente, de los primeros astrónomos de la Nueva
España.
Siglos después, cuando los Estados Unidos amenazaba a
México con una guerra de invasión, Don José Urbano Fonseca, autor del
proyecto de convertir en un hospital de sangre al viejo edificio de San
Pablo, que servía como cuartel para los militares mexicanos, logró que
se entregara parte de éste para los heridos de la guerra que en esos
momentos se desataba.
Los primeros heridos a los que se les
atendió fueron a los del Batallón de Padierna el 23 de agosto de 1847,
fecha en que se le puede considerar a la edificación como hospital, ya
que en un principio fue iglesia y cuyas ruinas pueden apreciarse en el
presente.
Ladislao de la Pascua y Guillermo Santa María, fueron
los primeros doctores que prestaron sus servicios gratuitamente en las
Batallas de Padierna y Churubusco.
Para algunos enterados que
pidieron omitir sus nombres, es en este tiempo en que nació la leyenda
de “La Planchada” y argumentaron que, el exceso de trabajo al escaso
personal, por cansancio se quedaban dormidas las enfermeras y al
despertar apresuradas para atender a los heridos de la guerra, se
encontraban con la novedad de que ya habían sido atendidos por una
enfermera que nadie conocía.
En medio del furor de la guerra
injusta que culminó con la pérdida del 52 por ciento del territorio
mexicano al firmarse los Tratados Guadalupe Hidalgo, algunos
trabajadores y militares se pusieron de acuerdo para seguir a la mujer
que les brindaba cuidadosa atención, y se espantaron al ver que
desaparecía a escasos metros del Hospital.
A partir del 19 de
julio de 1872, se le llamó Hospital Juárez en memoria al Benemérito de
las Américas, que horas antes había muerto.
Tal ha sido la fama de
este lugar y su eterna enfermera como compañía que, en 1976, se realizó
un concurso de poesía llamado “Dr. José Rojo de la Vega”, convocado por
el Comité Organizador de la XXII Asamblea Nacional de Cirujanos en el
cual concursó el siguiente poema:
La Planchada
Fantasmal enfermera que lucía impoluto uniforme almidonado
Con gran esmero, y con primor planchado
En el viejo hospital se aparecía.
A los pacientes atendía
Con eficiencia y especial cuidado,
Si en nocturno bregar, rudo y callado,
Agobiada enfermera se dormía.
¿Quién era esa mujer?; ¿era alma en pena?;
¿Era flor por la vida desechada,
qué así purgaba singular condena?
Según internos y trabajadores del hospital, han escuchado, sobre todo
en las noches, ruidos y sonidos extraños. Lo más “común”, en el
Hospital Juárez es la atención que esta enfermera tiene hacia los
enfermos; ya que se dice el que el fantasma de “La Planchada” se
aparece cuando algún enfermo no ha tomado sus medicamentos, ya sea por
negligencia de las enfermeras o por cualquier otro motivo.
En
varias ocasiones los enfermos argumentan que ya han tomado sus
medicamentos, cuando en realidad la enfermera en turno no había
suministrado medicamento alguno.
Y, en efecto, dada la descripción
de esta enfermera, que pocos han visto (pacientes y enfermeras), ha
atendido a “sus enfermos”. Hay dos versiones populares sobre el origen
de esta leyenda y otra del decano del Hospital Juárez, el doctor
Eduardo Jiménez Sandoval de 82 años de edad y 40 de trabajar en el
nosocomio.
La primera versión dice que un día llegaron los padres
de la hoy fantasmal figura, en calidad de pacientes a los cuales
atendió muy mal, y tiempo después, ahí murieron.
Otra versión es
que, supuestamente, esta enfermera trataba mal a los enfermos, aventaba
sus medicamentos y era muy estricta; se dice que es su espíritu el que
vaga en el viejo inmueble, cuidando que los enfermos que están ahí, se
encuentren bien, en castigo a tal crueldad que tenía con los mismos
cuando vivía.
Hay ocasiones en que las enfermeras del turno de la
noche, al hacer guardia se han quedado dormidas, y precipitadamente las
han despertado sintiendo un golpe con la palma de la mano en sus
cabezas. Estas, al despertar, no ven a nadie a su alrededor, solo los
largos y viejos pasillos, quietos en la mitad de la noche.
En la
dirección de este hospital, a la cual misteriosamente el paso es muy
restringido, inclusive para los que ahí trabajan, se habla de un cuadro
que se encuentra en una de las paredes; dicho cuadro, según dicen los
internos del nosocomio, correspondería a esta enfermera de la cual,
también misteriosamente, no se sabe casi nada, ni de dónde vino, ni
cuando ingresó al hospital y ni cómo murió; solo se sabe que fue una
mujer hermosa, de pelo corto y rubio, seria, pero sobre todo, estricta,
siempre de uniforme blanco almidonado; caminando erguida por los
pasillos.
La enfermera Romy del Rayo Gordillo, dijo que a todo el
personal le consta la existencia del fantasma que describió como una
mujer alta, rubia, de ojos azules, con ropaje similar al usado en el
Virreinato, pero que nadie desea hablar de ello. Algunos trabajadores
que pidieron el anonimato, argumentaron el temor a la que alguien pueda
mofarse.
El Hospital Juárez data desde la Conquista, cuando Fray
Pedro de Gante fundó las cuatro primeras iglesias, de las cuales, una
fue denominada Parroquia de los Indios de San Pablo, que estuvo a cargo
de los padres franciscanos.
Es interesante saber que en este lugar
se fundó la primera biblioteca de la Nueva España, y que fue ahí mismo
donde se comenzó la era de la astronomía en el México conquistado; ya
que ahí llegaron los primeros Astrolabios e instrumentos astrológicos
del Viejo Mundo, mismos que sirvieron para los primeros estudios, como
ya lo dijimos anteriormente, de los primeros astrónomos de la Nueva
España.
Siglos después, cuando los Estados Unidos amenazaba a
México con una guerra de invasión, Don José Urbano Fonseca, autor del
proyecto de convertir en un hospital de sangre al viejo edificio de San
Pablo, que servía como cuartel para los militares mexicanos, logró que
se entregara parte de éste para los heridos de la guerra que en esos
momentos se desataba.
Los primeros heridos a los que se les
atendió fueron a los del Batallón de Padierna el 23 de agosto de 1847,
fecha en que se le puede considerar a la edificación como hospital, ya
que en un principio fue iglesia y cuyas ruinas pueden apreciarse en el
presente.
Ladislao de la Pascua y Guillermo Santa María, fueron
los primeros doctores que prestaron sus servicios gratuitamente en las
Batallas de Padierna y Churubusco.
Para algunos enterados que
pidieron omitir sus nombres, es en este tiempo en que nació la leyenda
de “La Planchada” y argumentaron que, el exceso de trabajo al escaso
personal, por cansancio se quedaban dormidas las enfermeras y al
despertar apresuradas para atender a los heridos de la guerra, se
encontraban con la novedad de que ya habían sido atendidos por una
enfermera que nadie conocía.
En medio del furor de la guerra
injusta que culminó con la pérdida del 52 por ciento del territorio
mexicano al firmarse los Tratados Guadalupe Hidalgo, algunos
trabajadores y militares se pusieron de acuerdo para seguir a la mujer
que les brindaba cuidadosa atención, y se espantaron al ver que
desaparecía a escasos metros del Hospital.
A partir del 19 de
julio de 1872, se le llamó Hospital Juárez en memoria al Benemérito de
las Américas, que horas antes había muerto.
Tal ha sido la fama de
este lugar y su eterna enfermera como compañía que, en 1976, se realizó
un concurso de poesía llamado “Dr. José Rojo de la Vega”, convocado por
el Comité Organizador de la XXII Asamblea Nacional de Cirujanos en el
cual concursó el siguiente poema:
La Planchada
Fantasmal enfermera que lucía impoluto uniforme almidonado
Con gran esmero, y con primor planchado
En el viejo hospital se aparecía.
A los pacientes atendía
Con eficiencia y especial cuidado,
Si en nocturno bregar, rudo y callado,
Agobiada enfermera se dormía.
¿Quién era esa mujer?; ¿era alma en pena?;
¿Era flor por la vida desechada,
qué así purgaba singular condena?