Trastornos de comportamiento en el gato
Trastornos del comportamiento en el gato
Hoy en día el gato se ve afectado más de lo que pensamos por trastornos de tipo psicológico, tanto que ya algunos etólogos y veterinarios se dedican a estudiar exclusivamente este asunto, y ha surgido una especialidad llamada zoopsiquiatría. Los principales síntomas de desorden psíquico son la agresividad, el comportamiento erróneo de eliminación, la automutilación y la excesiva timidez. Otros casos son los de gatos histéricos o deprimidos, gatos destructores, gatos que permanecen postrados en un rincón, etc. O sea, que las manifestaciones son variadas.
Desde el punto de vista estadístico, parece ser que los gatos de raza son más proclives a padecer este tipo de problemas,
y la explicación puede que sea su mayor fragilidad genética, producto
del cruzamiento entre consanguíneos. A esta conclusión ha llegado por
ejemplo el etólogo británico Peter Neville, aunque la base de su teoría
es que los gatos domésticos están actualmente
demasiado mimados, y este entorno hiperprotector hace perder al gato
sus referencias naturales y, por tanto, su equilibrio vital y psíquico.
El periodo de la vida del gato más sensible es la primera
infancia, que es cuando se forma su personalidad, y es cuando pueden
sufrir más desórdenes psicológicos. Este desarrollo comienza antes del
nacimiento del gatito y va evolucionando hasta su autonomía.
Según P. Pageat y J. Dehasse, doctores en veterinaria: el desarrollo comportamental del gatito evoluciona
en función de una interacción compleja entre el desarrollo neurológico
y somático, por una parte, y los estímulos ambientales, por la otra.
Son numerosos los factores que pueden interactuar para imprimir en el
sistema nervioso efectos sociales a largo plazo. Es decir, que en un
determinado momento, factores externos al gatito pueden provocar la
aparición de trastornos en su comportamiento.
Por
esta razón es fundamental que el gatito permanezca junto a su madre por
lo menos hasta el momento del destete, ya que gracias a la educación
que recibe de ésta podrá adaptarse más adelante a las reglas de la vida
social. Se ha comprobado que la mayoría de los gatos agresivos,
para los cuales lo más normal es morder y arañar a todos los seres
vivos que se pongan a su alcance, han sido animales destetados
demasiado pronto.
Así mismo es muy importante para la perfecta convivencia entre gatos y humanos que el gatito pase una fase de socialización
gracias a la cual se acostumbrará al contacto con otros seres de todas
las especies, incluidos otros gatos. Si estos contactos con humanos no
se producen en los primeros meses de vida, el gatito tendrá miedo de
todo, y esta actitud será difícil de corregir. Pero también puede
ocurrir el efecto contrario, y es que el gatito se vuelva agresivo por esa falta de contacto humano.
Muchas veces las causas de los trastornos comportamentales de los gatos
son fácilmente detectables y por lo tanto se pueden solucionar sin
mucha dificultad. Por ejemplo, molestar al gato mientras come puede
ponerlo nervioso. Dejar a un gato normalmente sociable en una pensión o
en la clínica veterinaria durante un tiempo puede hacer que se vuelva
miedoso, pues puede creer que sus amos lo han abandonado. Mudarse de
casa o que nuevas personas vengan a vivir a ella puede provocar
diversas reacciones en los gatos, como diarreas, tics o infecciones.
Todas estas enfermedades psicosomáticas se pueden deducir rápidamente, y por lo tanto, solucionar.
Pero
otras veces las causas son más sutiles y no es fácil ver el origen
ambiental del problema, como por ejemplo en el caso de la coprofagia
(ingestión de heces) o cuando comen ropa o lana.
Y otras veces simplemente no hay causas ambientales. Por ejemplo, un gato que marca demasiado con orina
puede tener su origen un una mala educación, y lo mismo ocurre en el
caso de gatos a los que se le permite pedir comida usando las uñas. En
estos casos la solución es continuar con su educación de una manera muy
firme.
Por último, también las causas de muchos trastornos de comportamiento
son puramente físicas. Por ejemplo, un gato que sacude mucho la cabeza
puede estar afectado por una otitis parasitaria, aunque en un principio
su comportamiento nos pueda parecer compulsivo. Por eso, antes de
analizar un trastorno comportamental en un gato hay que descartar una posible causa física, cuyo tratamiento será de tipo farmacológico.
En
casi todos los casos, sea cual sea la causa, hay un indicio común que
debe hacernos sospechar de la existencia de un problema psíquico, y es
el hecho de que el gato se olvida del aseo. Desmond Morris le da una
explicación: Una actitud de este tipo significa a menudo un estado de
fragilidad ligado tanto a un trastorno territorial
(en ocasión de una mudanza, por ejemplo) como a una forma de abandono
(como la llegada de un segundo gato o, también, de un niño).
Hay
varias hipótesis para intentar explicar este hecho. La primera y más
sencilla es que su caja de necesidades esté sucia. El gato hará sus
necesidades fuera, pero es sólo una forma de avisarle a sus dueños, y
por lo tanto no es una actitud preocupante, pues con la adecuada
limpieza de la caja el gato volverá a su costumbre de usarla. La
segunda hipótesis, que es la más frecuente, es aquella en la que el
gato intenta cubrir una zona con un olor extraño, para indicar que el
territorio es totalmente suyo. En principio no es una actitud grave,
pero hay que estar muy atento a cualquier signo de inseguridad que, si
no es controlado, puede dar lugar a problemas más graves. En este
sentido debemos tener mucho cuidado con no eliminar todos los signos olorosos que los gatos dejan repartidos por la casa a modo de marcajes,
y que los hacen sentir seguros. Normalmente estas señales las van
dejando en los muebles, objetos de casa, esquinas de las paredes, etc,
restregando las comisuras de la boca, donde se forman las feromonas de
tipo relajante. Si realizamos una limpieza a fondo de la casa, podemos
eliminar de golpe estos marcajes, con lo cual el gato puede sentirse desconcertado y puede reaccionar marcando con orina para volver a recuperar su territorio, con lo cual agravamos el problema de forma considerable.
La
tercera hipótesis se da en gatos depresivos, que se mantienen postrados
y escondidos, y que se orinan sobre el lugar por miedo a moverse. Estos
gatos han podido ser objeto de agresiones y se necesita tiempo para que
recuperen la confianza. Otro caso es el de los gatos demasiado dependientes de sus amos, y que cuando éstos no están en casa dejan de comer y asearse. Este tipo de gatos puede desarrollar un tipo de comportamiento de automutilación mediante lamido excesivo.
Debido a la dificultad de curar los problemas psicológicos de los gatos, es fundamental intentar prevenirlos. Hay 3 reglas de oro para que un gato tenga una buena salud psíquica:
1º. Permitirle la educación materna y no separarlo de su madre antes del destete natural.
2º. Proporcionarle una adecuada socialización con seres humanos.
3º.
Tener dos gatos en lugar de uno. De esta forma se intercambian lo
esencial de los comportamientos naturales, a veces olvidado por los
gatos domésticos.
Fuente: El Gato. Volúmenes 5 y 6. Editorial Planeta – De Agostini, S.A. Barcelona, 1994.
Trastornos del comportamiento en el gato
Hoy en día el gato se ve afectado más de lo que pensamos por trastornos de tipo psicológico, tanto que ya algunos etólogos y veterinarios se dedican a estudiar exclusivamente este asunto, y ha surgido una especialidad llamada zoopsiquiatría. Los principales síntomas de desorden psíquico son la agresividad, el comportamiento erróneo de eliminación, la automutilación y la excesiva timidez. Otros casos son los de gatos histéricos o deprimidos, gatos destructores, gatos que permanecen postrados en un rincón, etc. O sea, que las manifestaciones son variadas.
Desde el punto de vista estadístico, parece ser que los gatos de raza son más proclives a padecer este tipo de problemas,
y la explicación puede que sea su mayor fragilidad genética, producto
del cruzamiento entre consanguíneos. A esta conclusión ha llegado por
ejemplo el etólogo británico Peter Neville, aunque la base de su teoría
es que los gatos domésticos están actualmente
demasiado mimados, y este entorno hiperprotector hace perder al gato
sus referencias naturales y, por tanto, su equilibrio vital y psíquico.
El periodo de la vida del gato más sensible es la primera
infancia, que es cuando se forma su personalidad, y es cuando pueden
sufrir más desórdenes psicológicos. Este desarrollo comienza antes del
nacimiento del gatito y va evolucionando hasta su autonomía.
Según P. Pageat y J. Dehasse, doctores en veterinaria: el desarrollo comportamental del gatito evoluciona
en función de una interacción compleja entre el desarrollo neurológico
y somático, por una parte, y los estímulos ambientales, por la otra.
Son numerosos los factores que pueden interactuar para imprimir en el
sistema nervioso efectos sociales a largo plazo. Es decir, que en un
determinado momento, factores externos al gatito pueden provocar la
aparición de trastornos en su comportamiento.
Por
esta razón es fundamental que el gatito permanezca junto a su madre por
lo menos hasta el momento del destete, ya que gracias a la educación
que recibe de ésta podrá adaptarse más adelante a las reglas de la vida
social. Se ha comprobado que la mayoría de los gatos agresivos,
para los cuales lo más normal es morder y arañar a todos los seres
vivos que se pongan a su alcance, han sido animales destetados
demasiado pronto.
Así mismo es muy importante para la perfecta convivencia entre gatos y humanos que el gatito pase una fase de socialización
gracias a la cual se acostumbrará al contacto con otros seres de todas
las especies, incluidos otros gatos. Si estos contactos con humanos no
se producen en los primeros meses de vida, el gatito tendrá miedo de
todo, y esta actitud será difícil de corregir. Pero también puede
ocurrir el efecto contrario, y es que el gatito se vuelva agresivo por esa falta de contacto humano.
Muchas veces las causas de los trastornos comportamentales de los gatos
son fácilmente detectables y por lo tanto se pueden solucionar sin
mucha dificultad. Por ejemplo, molestar al gato mientras come puede
ponerlo nervioso. Dejar a un gato normalmente sociable en una pensión o
en la clínica veterinaria durante un tiempo puede hacer que se vuelva
miedoso, pues puede creer que sus amos lo han abandonado. Mudarse de
casa o que nuevas personas vengan a vivir a ella puede provocar
diversas reacciones en los gatos, como diarreas, tics o infecciones.
Todas estas enfermedades psicosomáticas se pueden deducir rápidamente, y por lo tanto, solucionar.
Pero
otras veces las causas son más sutiles y no es fácil ver el origen
ambiental del problema, como por ejemplo en el caso de la coprofagia
(ingestión de heces) o cuando comen ropa o lana.
Y otras veces simplemente no hay causas ambientales. Por ejemplo, un gato que marca demasiado con orina
puede tener su origen un una mala educación, y lo mismo ocurre en el
caso de gatos a los que se le permite pedir comida usando las uñas. En
estos casos la solución es continuar con su educación de una manera muy
firme.
Por último, también las causas de muchos trastornos de comportamiento
son puramente físicas. Por ejemplo, un gato que sacude mucho la cabeza
puede estar afectado por una otitis parasitaria, aunque en un principio
su comportamiento nos pueda parecer compulsivo. Por eso, antes de
analizar un trastorno comportamental en un gato hay que descartar una posible causa física, cuyo tratamiento será de tipo farmacológico.
En
casi todos los casos, sea cual sea la causa, hay un indicio común que
debe hacernos sospechar de la existencia de un problema psíquico, y es
el hecho de que el gato se olvida del aseo. Desmond Morris le da una
explicación: Una actitud de este tipo significa a menudo un estado de
fragilidad ligado tanto a un trastorno territorial
(en ocasión de una mudanza, por ejemplo) como a una forma de abandono
(como la llegada de un segundo gato o, también, de un niño).
Hay
varias hipótesis para intentar explicar este hecho. La primera y más
sencilla es que su caja de necesidades esté sucia. El gato hará sus
necesidades fuera, pero es sólo una forma de avisarle a sus dueños, y
por lo tanto no es una actitud preocupante, pues con la adecuada
limpieza de la caja el gato volverá a su costumbre de usarla. La
segunda hipótesis, que es la más frecuente, es aquella en la que el
gato intenta cubrir una zona con un olor extraño, para indicar que el
territorio es totalmente suyo. En principio no es una actitud grave,
pero hay que estar muy atento a cualquier signo de inseguridad que, si
no es controlado, puede dar lugar a problemas más graves. En este
sentido debemos tener mucho cuidado con no eliminar todos los signos olorosos que los gatos dejan repartidos por la casa a modo de marcajes,
y que los hacen sentir seguros. Normalmente estas señales las van
dejando en los muebles, objetos de casa, esquinas de las paredes, etc,
restregando las comisuras de la boca, donde se forman las feromonas de
tipo relajante. Si realizamos una limpieza a fondo de la casa, podemos
eliminar de golpe estos marcajes, con lo cual el gato puede sentirse desconcertado y puede reaccionar marcando con orina para volver a recuperar su territorio, con lo cual agravamos el problema de forma considerable.
La
tercera hipótesis se da en gatos depresivos, que se mantienen postrados
y escondidos, y que se orinan sobre el lugar por miedo a moverse. Estos
gatos han podido ser objeto de agresiones y se necesita tiempo para que
recuperen la confianza. Otro caso es el de los gatos demasiado dependientes de sus amos, y que cuando éstos no están en casa dejan de comer y asearse. Este tipo de gatos puede desarrollar un tipo de comportamiento de automutilación mediante lamido excesivo.
Debido a la dificultad de curar los problemas psicológicos de los gatos, es fundamental intentar prevenirlos. Hay 3 reglas de oro para que un gato tenga una buena salud psíquica:
1º. Permitirle la educación materna y no separarlo de su madre antes del destete natural.
2º. Proporcionarle una adecuada socialización con seres humanos.
3º.
Tener dos gatos en lugar de uno. De esta forma se intercambian lo
esencial de los comportamientos naturales, a veces olvidado por los
gatos domésticos.
Fuente: El Gato. Volúmenes 5 y 6. Editorial Planeta – De Agostini, S.A. Barcelona, 1994.