Maníaca primitiva con extraños gustos
La policía de Stevens Point, Wisconsin (EE.UU.), recibió una llamada de una mujer de 25 años que declaraba había sido víctima de un extraño disparo. Iba tan tranquila por la calle cuando, “¡ouch!”, sintió un golpe en el pecho.
Unos minutos más tarde la misma oficina recibía otras dos llamadas. Eran personas que, igual que la víctima anterior, caminaban por la calle cuando, “¡ouch!” sintieron que un proyectil indeterminado les golpeaba.
Una de ellas afirmaba que lo que lo que había impactado contra ella había salido de una especie de “tubería” que sobresalía de la ventanilla de una furgoneta negra. Después de un tiempo dando vueltas por ahí la policía finalmente encontró el vehículo.
Dentro se hallaba Paula Wolf, pero no estaba sola. Dentro de la furgoneta también había una cerbatana, una honda y un cubo de piedras.
En contra de lo que pueda parecer Paula no era una francotiradora del neolítico, sino una mujer cruel, despiadada y sádica. Le preguntaron sobre su proceder, sobre las razones que le llevaron a disparar contra inocentes (aunque fueran inofensivos dardos, piedras o lo que fuera) y la respuesta dejó boquiabiertos a los agentes.
- Me gusta oír a la gente decir “ouch” – respondió fríamente.
La policía de Stevens Point, Wisconsin (EE.UU.), recibió una llamada de una mujer de 25 años que declaraba había sido víctima de un extraño disparo. Iba tan tranquila por la calle cuando, “¡ouch!”, sintió un golpe en el pecho.
Unos minutos más tarde la misma oficina recibía otras dos llamadas. Eran personas que, igual que la víctima anterior, caminaban por la calle cuando, “¡ouch!” sintieron que un proyectil indeterminado les golpeaba.
Una de ellas afirmaba que lo que lo que había impactado contra ella había salido de una especie de “tubería” que sobresalía de la ventanilla de una furgoneta negra. Después de un tiempo dando vueltas por ahí la policía finalmente encontró el vehículo.
Dentro se hallaba Paula Wolf, pero no estaba sola. Dentro de la furgoneta también había una cerbatana, una honda y un cubo de piedras.
En contra de lo que pueda parecer Paula no era una francotiradora del neolítico, sino una mujer cruel, despiadada y sádica. Le preguntaron sobre su proceder, sobre las razones que le llevaron a disparar contra inocentes (aunque fueran inofensivos dardos, piedras o lo que fuera) y la respuesta dejó boquiabiertos a los agentes.
- Me gusta oír a la gente decir “ouch” – respondió fríamente.