Jardines japoneses
En Japón, los jardines no son sólo para pasear, son una parte de su cultura , de su forma de vida. Los utilizan para celebraciones, para meditar o para purificar el alma en la ceremonia del té o para sorprender con sus formas y diseños.
Probablemente, uno de los estilos más conocidos mundialmente sea el Karesansui, o “paisaje seco”, esos con rocas y arena que simula olas, que tienen la influencia del budismo y se hallan en los templos Zen, donde los japoneses se encuentran a meditar.
Otro de los estilos es de los jardines Chaniwa, que se utilizan para la ceremonia del té, como el que se encuentra por ejemplo en el Jardín Japonés porteño, uno de los más famosos mundialmente.
Se caracterizan por lo simple, tener mucho verde, agua, y una casa de té en el centro, desde la cual se puede apreciar el paisaje mientras los invitados “purifican el alma” en la ceremonia de esa infusión ritual.
Sin embargo, los japoneses no son sólo una cultura tradicional, también se permiten utilizar influencias de otras culturas y con sus materiales típicos (plantas, piedras, agua) para reproducir diseños sorprendentes: delfines, el Acrópolis griego, personajes de historietas manga o cuadros con samuráis.
Esto se debe, principalmente, a la apertura de la enseñanza: en un principio sólo se transmitía de un sensei a un aprendiz, y estaba prohibido transmitir los conocimientos si no se era uno de los elegidos.
Ahora, en Japón se aprende en escuelas y diseñadores, como Koji Ninomiya, que compiten entre sí. Ellos cuentan con el apoyo del ministerio de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Tecnología del Gobierno japonés.
En ese sentido, los jardines están bajo una ley que los protege como patrimonio cultural, una cultura que sorprende con algo tan simple como rocas, agua y plantas.
fuente
En Japón, los jardines no son sólo para pasear, son una parte de su cultura , de su forma de vida. Los utilizan para celebraciones, para meditar o para purificar el alma en la ceremonia del té o para sorprender con sus formas y diseños.
Probablemente, uno de los estilos más conocidos mundialmente sea el Karesansui, o “paisaje seco”, esos con rocas y arena que simula olas, que tienen la influencia del budismo y se hallan en los templos Zen, donde los japoneses se encuentran a meditar.
Otro de los estilos es de los jardines Chaniwa, que se utilizan para la ceremonia del té, como el que se encuentra por ejemplo en el Jardín Japonés porteño, uno de los más famosos mundialmente.
Se caracterizan por lo simple, tener mucho verde, agua, y una casa de té en el centro, desde la cual se puede apreciar el paisaje mientras los invitados “purifican el alma” en la ceremonia de esa infusión ritual.
Sin embargo, los japoneses no son sólo una cultura tradicional, también se permiten utilizar influencias de otras culturas y con sus materiales típicos (plantas, piedras, agua) para reproducir diseños sorprendentes: delfines, el Acrópolis griego, personajes de historietas manga o cuadros con samuráis.
Esto se debe, principalmente, a la apertura de la enseñanza: en un principio sólo se transmitía de un sensei a un aprendiz, y estaba prohibido transmitir los conocimientos si no se era uno de los elegidos.
Ahora, en Japón se aprende en escuelas y diseñadores, como Koji Ninomiya, que compiten entre sí. Ellos cuentan con el apoyo del ministerio de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Tecnología del Gobierno japonés.
En ese sentido, los jardines están bajo una ley que los protege como patrimonio cultural, una cultura que sorprende con algo tan simple como rocas, agua y plantas.
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