Hombre se pega el móvil a la oreja
Se llama Gye Gardner es el típico camionero australiano endurecido por kilómetros y kilómetros de asfalto.
Como profesional solitario que es el único vínculo con otras personas es su teléfono móvil, así que cualquier percance que le ocurra al cacharro debe ser solucionado al instante y de manera fiable.
Como por ejemplo, cuando Gye dio un frenazo y se golpeó la cabeza. El auricular
que le permite hablar mientras está conduciendo salió disparado de su
oreja y se hizo añicos. El camionero procedió entonces a arreglarlo:
juntó las piezas, las pegó con un potente pegamento y dejó el aparato
en el salpicadero.
Pero justamente en ese momento le llamó su jefe. Gardner, como buen
profesional que es, procedió a colocarse el auricular para hablar con
su superior. Habló con él durante cinco minutos… después de los cuales
Gye reparó en una cosa: se acaba de colocar en la oreja un cacharro rebosante de pegamento fresco y había estado con él puesto el tiempo que hacía falta para que se secase.
“Esto no es bueno”, pensó, “esto no es bueno en absoluto”.
Sí, se le había quedado el pabellón auditivo pegado al cacharro. En cierta manera se había convertido en un camionero cyborg.
Y como tal decidió que solucionaría el problema a lo MacGyver:
no con ingenio, sino con su navaja de bolsillo. Sin embargo algo en su
mente le hizo pensar que sería peor el remedio que la enfermedad. Así
que finalmente usó una cucharra y, haciendo palanca, logró quitarse el aparato… y algo de piel con él. fuente
Se llama Gye Gardner es el típico camionero australiano endurecido por kilómetros y kilómetros de asfalto.
Como profesional solitario que es el único vínculo con otras personas es su teléfono móvil, así que cualquier percance que le ocurra al cacharro debe ser solucionado al instante y de manera fiable.
Como por ejemplo, cuando Gye dio un frenazo y se golpeó la cabeza. El auricular
que le permite hablar mientras está conduciendo salió disparado de su
oreja y se hizo añicos. El camionero procedió entonces a arreglarlo:
juntó las piezas, las pegó con un potente pegamento y dejó el aparato
en el salpicadero.
Pero justamente en ese momento le llamó su jefe. Gardner, como buen
profesional que es, procedió a colocarse el auricular para hablar con
su superior. Habló con él durante cinco minutos… después de los cuales
Gye reparó en una cosa: se acaba de colocar en la oreja un cacharro rebosante de pegamento fresco y había estado con él puesto el tiempo que hacía falta para que se secase.
“Esto no es bueno”, pensó, “esto no es bueno en absoluto”.
Sí, se le había quedado el pabellón auditivo pegado al cacharro. En cierta manera se había convertido en un camionero cyborg.
Y como tal decidió que solucionaría el problema a lo MacGyver:
no con ingenio, sino con su navaja de bolsillo. Sin embargo algo en su
mente le hizo pensar que sería peor el remedio que la enfermedad. Así
que finalmente usó una cucharra y, haciendo palanca, logró quitarse el aparato… y algo de piel con él. fuente