Los difíciles años que siguieron a la II Guerra Mundial, alrededor de
la mitad de los niños austríacos sufrían de malnutrición. Para tratar
de aliviar el problema, una serie de diferentes organizaciones
establecieron programas para que estos niños, llamados “Butterkinder”
(los niños de la mantequilla), fueran enviados al extranjero para que
pudieran ganar peso. Muchos de los pequeños austríacos fueron recibidos
por familias en países que sólo unos años antes habían estado bajo la
ocupación de la Alemania nazi. De esta breve estancia en el extranjero
se crearon amistades duraderas, algunas de las cuales se mantienen
hasta hoy en día o incluso han pasado a la nueva generación. Los
antiguos “Butterkinder” todavía celebran reuniones, a las que asisten
los hijos de las familias que los acogieron.
la mitad de los niños austríacos sufrían de malnutrición. Para tratar
de aliviar el problema, una serie de diferentes organizaciones
establecieron programas para que estos niños, llamados “Butterkinder”
(los niños de la mantequilla), fueran enviados al extranjero para que
pudieran ganar peso. Muchos de los pequeños austríacos fueron recibidos
por familias en países que sólo unos años antes habían estado bajo la
ocupación de la Alemania nazi. De esta breve estancia en el extranjero
se crearon amistades duraderas, algunas de las cuales se mantienen
hasta hoy en día o incluso han pasado a la nueva generación. Los
antiguos “Butterkinder” todavía celebran reuniones, a las que asisten
los hijos de las familias que los acogieron.