La voz detrás de los Stones
El morocho que acompaña a la maquinaria de los Rolling desde hace más de veinte años se presenta esta noche con una banda local y Charly García como invitado de lujo, mostrando en vivo las canciones de su disco Friends with privileges
¿Será verdad el refrán que dice “dime con quién te juntas y te diré quién eres”? Si se toma a Bernard Fowler como caso de estudio, es probable que no se llegue a una única respuesta. Este músico neoyorquino cobró notoriedad por ser el corista de los Rolling Stones desde hace más de veinte años y por trabajar de manera individual con cada uno de sus integrantes. Es, además, conocido por sus colaboraciones como vocalista y productor de artistas como Herbie Hancock, Phillip Glass, Duran Duran, Michael Hutchence y Alice Cooper, entre muchos otros. ¿Es entonces un músico de rock o de jazz, o de pop o de heavy metal? Todos y ninguno.
Fowler tomó el riesgo de editar un álbum que poco tiene que ver con lo que hace con los Rolling Stones. En Friends with privileges (2006) contó con la participación de Ron Wood, Lisa Fisher y Darryl Jones (sus compañeros de los Stones), Waddy Wachtel y Dave A-bbruzzese. Suena como una compilación, pero no lo es: tiene rock, funk, soul y hasta un comienzo con aires industriales. Incluye también dos covers: “Cinnamon Girl”, de Neil Young, y “Wild horses”, de sus majestades satánicas. “Es muy simple: me gustan muchas cosas, entonces, como era mi propio disco, dije voy a poner lo que se me dé la gana”, explica Fowler, recién llegado a Buenos Aires desde su casa de Los Angeles. “Muchos me dijeron que estaba loco por poner una determinada canción junto a otra, todo en el mismo disco”, agrega. “Es muy difícil para la gente entender cosas así.”
–Sobre todo cuando hoy en día el formato disco va cayendo en desuso y la gente consume canciones en vez de álbumes completos.
–Ese fue el otro punto. Porque ahora la gente compra sólo lo que le gusta, y no el todo completo. Entonces, de la manera en que yo veo las cosas, hice algo para todos y cada uno. Soy consciente de que la gente no compra discos, sólo canciones, y fui contra la corriente.
–¿Y de dónde salió esa variedad de estilos?
–Hay demasiadas influencias. Pero la radio fue, sin dudas, una muy grande. Empecé en los ’70, y en ese entonces uno de mis DJ favoritos era Frankie Crocker, que musicalizaba en la Soul Radio Station de New York. Casi siempre sonaba soul, pero también ponía bandas de rock, como The Who. También fue importante Symphony Sid, que pasaba salsa durante las noches. En New York había mucha de esa música en aquel momento, ¡si hasta mi hermano iba a bailar salsa! Entonces yo crecí escuchando todo eso... La primera banda en la que toqué, primero el bajo y luego el trombón, era una banda de salsa.
–Al menos acá en la Argentina no queda mucha gente que cumpla el rol de musicalizador en las radios y la gran mayoría está dominada por las listas de rotación...
–Allá también. Hoy en día es difícil encontrar personas como Symphony y Frankie, fueron viejos buenos tiempos... Es una vergüenza, porque ahora que hay tantas posibilidades (radios comerciales, radios por Internet, radios universitarias) todas pasan lo mismo y entorpecen el crecimiento de la gente joven. ¡Las radios en EE.UU. apestan! En cambio, las europeas son mejores, porque pasan muchos tipos de música. Otro problema es que también hay que tener tiempo para encontrar lo que a uno le gusta, ¡y encontrarlo! No creo que volvamos a ver cosas como ésas en el futuro.
Fowler aprovecha la inactividad de Jagger, Richards y Cía. para viajar y presentar su propio material, como hará hoy en Niceto (Niceto Vega 5510). Esta es su cuarta visita y, al igual que en 2008, tocará con un grupo integrado por músicos locales: Pilo Gómez y Gaita Lattes en guitarras, Fabián “Zorrito” Quintiero en bajo, Melena Sánchez en batería y Chuky de Ipola en teclados. Y con un invitado de lujo, un tal Charly García. Con un cigarrillo ultralight en mano, el hombre de los dreadlocks explica que su tarea dentro de la estructura Stone es “cantar, cantar y seguir cantando y, cuando ellos están en el estudio grabando, mi trabajo es ir con buenas ideas para respaldarlos y poner mi pequeña marca Bernard en su música”.
–¿Usted adapta su agenda a ellos o sólo acepta volver cuando no está ocupado con sus planes?
–Cuando estoy trabajando con los Rolling Stones sólo me dedico a eso, y cuando no estoy con ellos tengo que acomodar mis propios tiempos, porque hago muchas cosas y me muevo de un lado para el otro... Estuve en Europa durante dos meses, después fui para mi casa y de ahí me vine para acá... Así que no hay un momento que sea más importante que otro. Pero está bien, llevo años haciendo esto y estoy acostumbrado.
–¿Y le queda algo de tiempo libre?
–Sí, porque yo mismo me lo invento. Y en ese momento hago lo que me gusta: ir a pescar. Es lo único que me gusta hacer que no tiene nada que ver con la música. Me permite estar tranquilo, pensar y hablar conmigo mismo. Es tiempo bien invertido. Y las mujeres hermosas, claro. Pero pescar primero.
–¿Por qué una banda local y no una propia?
–Porque conocí a estos músicos hace un tiempo y me invitaron cuando vine con los Rolling Stones. Entonces si ellos me habían invitado, ¿para qué iba a traer a alguien más, si ellos pueden tocar como a mí me gusta? They fucking rock, man. Además, dado que tengo que venir un tiempo antes, puedo aprovechar para andar por la ciudad y conocer gente.
–¿Y cómo maneja la rutina de ensayos y la selección de temas?
–Ensayamos cuatro o cinco veces, hasta que suene bien, hasta que se sienta como me gusta. Hay una lista de muchas canciones, las tocamos todas y de ahí seleccionamos las que salen mejor. También hay canciones nuevas que ellos nunca escucharon, así que probablemente empecemos con ésas. Hay de todo: de Friends with privileges, de los Stones y otras más también.
–¿No toca ningún instrumento en vivo?
–No toco de verdad, sólo sé molestar un poco. Ese fue uno de los motivos por los que dejé de tocar: me di cuenta de que era mejor con la voz que con otra cosa, y ahí fue cuando me dejaron de invitar para tocar, y sí para cantar.
–¿Y hasta cuándo va a seguir? ¿Dentro de quince o veinte años va a estar haciendo lo mismo?
–Por supuesto. Y pescando, claro. Aunque probablemente más pescando que cantando. Para las mujeres quizá ya esté viejo.
fuente
El morocho que acompaña a la maquinaria de los Rolling desde hace más de veinte años se presenta esta noche con una banda local y Charly García como invitado de lujo, mostrando en vivo las canciones de su disco Friends with privileges
¿Será verdad el refrán que dice “dime con quién te juntas y te diré quién eres”? Si se toma a Bernard Fowler como caso de estudio, es probable que no se llegue a una única respuesta. Este músico neoyorquino cobró notoriedad por ser el corista de los Rolling Stones desde hace más de veinte años y por trabajar de manera individual con cada uno de sus integrantes. Es, además, conocido por sus colaboraciones como vocalista y productor de artistas como Herbie Hancock, Phillip Glass, Duran Duran, Michael Hutchence y Alice Cooper, entre muchos otros. ¿Es entonces un músico de rock o de jazz, o de pop o de heavy metal? Todos y ninguno.
Fowler tomó el riesgo de editar un álbum que poco tiene que ver con lo que hace con los Rolling Stones. En Friends with privileges (2006) contó con la participación de Ron Wood, Lisa Fisher y Darryl Jones (sus compañeros de los Stones), Waddy Wachtel y Dave A-bbruzzese. Suena como una compilación, pero no lo es: tiene rock, funk, soul y hasta un comienzo con aires industriales. Incluye también dos covers: “Cinnamon Girl”, de Neil Young, y “Wild horses”, de sus majestades satánicas. “Es muy simple: me gustan muchas cosas, entonces, como era mi propio disco, dije voy a poner lo que se me dé la gana”, explica Fowler, recién llegado a Buenos Aires desde su casa de Los Angeles. “Muchos me dijeron que estaba loco por poner una determinada canción junto a otra, todo en el mismo disco”, agrega. “Es muy difícil para la gente entender cosas así.”
–Sobre todo cuando hoy en día el formato disco va cayendo en desuso y la gente consume canciones en vez de álbumes completos.
–Ese fue el otro punto. Porque ahora la gente compra sólo lo que le gusta, y no el todo completo. Entonces, de la manera en que yo veo las cosas, hice algo para todos y cada uno. Soy consciente de que la gente no compra discos, sólo canciones, y fui contra la corriente.
–¿Y de dónde salió esa variedad de estilos?
–Hay demasiadas influencias. Pero la radio fue, sin dudas, una muy grande. Empecé en los ’70, y en ese entonces uno de mis DJ favoritos era Frankie Crocker, que musicalizaba en la Soul Radio Station de New York. Casi siempre sonaba soul, pero también ponía bandas de rock, como The Who. También fue importante Symphony Sid, que pasaba salsa durante las noches. En New York había mucha de esa música en aquel momento, ¡si hasta mi hermano iba a bailar salsa! Entonces yo crecí escuchando todo eso... La primera banda en la que toqué, primero el bajo y luego el trombón, era una banda de salsa.
–Al menos acá en la Argentina no queda mucha gente que cumpla el rol de musicalizador en las radios y la gran mayoría está dominada por las listas de rotación...
–Allá también. Hoy en día es difícil encontrar personas como Symphony y Frankie, fueron viejos buenos tiempos... Es una vergüenza, porque ahora que hay tantas posibilidades (radios comerciales, radios por Internet, radios universitarias) todas pasan lo mismo y entorpecen el crecimiento de la gente joven. ¡Las radios en EE.UU. apestan! En cambio, las europeas son mejores, porque pasan muchos tipos de música. Otro problema es que también hay que tener tiempo para encontrar lo que a uno le gusta, ¡y encontrarlo! No creo que volvamos a ver cosas como ésas en el futuro.
Fowler aprovecha la inactividad de Jagger, Richards y Cía. para viajar y presentar su propio material, como hará hoy en Niceto (Niceto Vega 5510). Esta es su cuarta visita y, al igual que en 2008, tocará con un grupo integrado por músicos locales: Pilo Gómez y Gaita Lattes en guitarras, Fabián “Zorrito” Quintiero en bajo, Melena Sánchez en batería y Chuky de Ipola en teclados. Y con un invitado de lujo, un tal Charly García. Con un cigarrillo ultralight en mano, el hombre de los dreadlocks explica que su tarea dentro de la estructura Stone es “cantar, cantar y seguir cantando y, cuando ellos están en el estudio grabando, mi trabajo es ir con buenas ideas para respaldarlos y poner mi pequeña marca Bernard en su música”.
–¿Usted adapta su agenda a ellos o sólo acepta volver cuando no está ocupado con sus planes?
–Cuando estoy trabajando con los Rolling Stones sólo me dedico a eso, y cuando no estoy con ellos tengo que acomodar mis propios tiempos, porque hago muchas cosas y me muevo de un lado para el otro... Estuve en Europa durante dos meses, después fui para mi casa y de ahí me vine para acá... Así que no hay un momento que sea más importante que otro. Pero está bien, llevo años haciendo esto y estoy acostumbrado.
–¿Y le queda algo de tiempo libre?
–Sí, porque yo mismo me lo invento. Y en ese momento hago lo que me gusta: ir a pescar. Es lo único que me gusta hacer que no tiene nada que ver con la música. Me permite estar tranquilo, pensar y hablar conmigo mismo. Es tiempo bien invertido. Y las mujeres hermosas, claro. Pero pescar primero.
–¿Por qué una banda local y no una propia?
–Porque conocí a estos músicos hace un tiempo y me invitaron cuando vine con los Rolling Stones. Entonces si ellos me habían invitado, ¿para qué iba a traer a alguien más, si ellos pueden tocar como a mí me gusta? They fucking rock, man. Además, dado que tengo que venir un tiempo antes, puedo aprovechar para andar por la ciudad y conocer gente.
–¿Y cómo maneja la rutina de ensayos y la selección de temas?
–Ensayamos cuatro o cinco veces, hasta que suene bien, hasta que se sienta como me gusta. Hay una lista de muchas canciones, las tocamos todas y de ahí seleccionamos las que salen mejor. También hay canciones nuevas que ellos nunca escucharon, así que probablemente empecemos con ésas. Hay de todo: de Friends with privileges, de los Stones y otras más también.
–¿No toca ningún instrumento en vivo?
–No toco de verdad, sólo sé molestar un poco. Ese fue uno de los motivos por los que dejé de tocar: me di cuenta de que era mejor con la voz que con otra cosa, y ahí fue cuando me dejaron de invitar para tocar, y sí para cantar.
–¿Y hasta cuándo va a seguir? ¿Dentro de quince o veinte años va a estar haciendo lo mismo?
–Por supuesto. Y pescando, claro. Aunque probablemente más pescando que cantando. Para las mujeres quizá ya esté viejo.
fuente