Comer mal afecta a la mente
Abusar de alimentos procesados implica un riesgo un 58 % mayor de deprimirse. Así lo ha puesto de manifiesto un estudio de la Universidad de Londres publicado en el British Journal of Psychiatry. La investigación, realizada sobre 3.500 empleados públicos, concluye asimismo que ingerir más frutas, verduras y pescado reduce la tendencia un 26 %.
Pese a la sensación de saciedad, cebarse a base de hamburguesas, salchichas, precocinados, patatas fritas, bollería industrial, chocolatinas y productos lácteos altos en grasa no da la felicidad. "Tienen un alto valor energético, pero no nutricional, contienen grasas hidrogenadas, que aumentan la sensación de pesadez y lentitud... Son malas desde el punto de vista fisiológico y también mental", explica la doctora Almudena Sánchez Villegas.
El estudio británico completa otro de la Universidad de Navarra dado a conocer en octubre, del que Sánchez Villegas es autora. En él se concluía que la dieta mediterránea tenía un efecto protector frente a la depresión, reduciendo la probabilidad de padecerla en un 40 %.
No es un alimento, es la suma de sus componentes", explica Sánchez Villegas: "El aceite de oliva contiene antioxidantes, con efectos preinflamatorios en pacientes con riesgo de depresión; las frutas y verduras, folatos, que son neuroprotectores, y el pescado, ácidos grasos omega 3, que también previenen los síntomas".
A pesar de que cada vez nos alejemos más de esa dieta mediterránea, Sánchez Villegas asegura que no estamos tan mal: "En otros lugares de Europa se cocina con mantequilla, y el aceite de oliva es un lujo".
Según el doctor Jerónimo Saiz, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría, "La dieta influye en el estado de ánimo, y viceversa, pues una persona mal alimentada lleva una vida desorganizada y se presta menos atención así misma". Menciona enfermedades asociadas a comer mal, como la arterioesclerosis, que pueden acabar en depresión. Y cita la pérdida de apetito como señal de alarma, "salvo en depresiones estacionales raras, que generan avidez hacia los hidratos de carbono".
Saiz no confía en antídotos sino en una dieta equilibrada basada en el sentido común. "Hace unos años fue el triptófano (aminoácido presente en el tomate y el plátano): interviene en la síntesis de la serotonina, pero por más tomates que se tomen la capacidad de metabolizarlos es limitada".
EL MENÚ DEL DÍA, SALUDABLE
El sector de la hostelería está cada vez más concienciado en ofrecer un menú diario más saludable a sus clientes habituales. En ese sentido, el programa Gustino, de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria, la Fundación Dieta Mediterránea y Ticket Restaurant, ya ha acreditado a 29.000 establecimientos comprometidos. Éstos ofrecen más frutas, verduras y pescado. Por otra parte, un 35 % de los trabajadores europeos elige el restaurante próximo más sano, según el proyecto Food. Este plan combate la obesidad en el entorno laboral concienciando a establecimientos y usuarios. fuente
Abusar de alimentos procesados implica un riesgo un 58 % mayor de deprimirse. Así lo ha puesto de manifiesto un estudio de la Universidad de Londres publicado en el British Journal of Psychiatry. La investigación, realizada sobre 3.500 empleados públicos, concluye asimismo que ingerir más frutas, verduras y pescado reduce la tendencia un 26 %.
Pese a la sensación de saciedad, cebarse a base de hamburguesas, salchichas, precocinados, patatas fritas, bollería industrial, chocolatinas y productos lácteos altos en grasa no da la felicidad. "Tienen un alto valor energético, pero no nutricional, contienen grasas hidrogenadas, que aumentan la sensación de pesadez y lentitud... Son malas desde el punto de vista fisiológico y también mental", explica la doctora Almudena Sánchez Villegas.
El estudio británico completa otro de la Universidad de Navarra dado a conocer en octubre, del que Sánchez Villegas es autora. En él se concluía que la dieta mediterránea tenía un efecto protector frente a la depresión, reduciendo la probabilidad de padecerla en un 40 %.
No es un alimento, es la suma de sus componentes", explica Sánchez Villegas: "El aceite de oliva contiene antioxidantes, con efectos preinflamatorios en pacientes con riesgo de depresión; las frutas y verduras, folatos, que son neuroprotectores, y el pescado, ácidos grasos omega 3, que también previenen los síntomas".
A pesar de que cada vez nos alejemos más de esa dieta mediterránea, Sánchez Villegas asegura que no estamos tan mal: "En otros lugares de Europa se cocina con mantequilla, y el aceite de oliva es un lujo".
Según el doctor Jerónimo Saiz, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría, "La dieta influye en el estado de ánimo, y viceversa, pues una persona mal alimentada lleva una vida desorganizada y se presta menos atención así misma". Menciona enfermedades asociadas a comer mal, como la arterioesclerosis, que pueden acabar en depresión. Y cita la pérdida de apetito como señal de alarma, "salvo en depresiones estacionales raras, que generan avidez hacia los hidratos de carbono".
Saiz no confía en antídotos sino en una dieta equilibrada basada en el sentido común. "Hace unos años fue el triptófano (aminoácido presente en el tomate y el plátano): interviene en la síntesis de la serotonina, pero por más tomates que se tomen la capacidad de metabolizarlos es limitada".
EL MENÚ DEL DÍA, SALUDABLE
El sector de la hostelería está cada vez más concienciado en ofrecer un menú diario más saludable a sus clientes habituales. En ese sentido, el programa Gustino, de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria, la Fundación Dieta Mediterránea y Ticket Restaurant, ya ha acreditado a 29.000 establecimientos comprometidos. Éstos ofrecen más frutas, verduras y pescado. Por otra parte, un 35 % de los trabajadores europeos elige el restaurante próximo más sano, según el proyecto Food. Este plan combate la obesidad en el entorno laboral concienciando a establecimientos y usuarios. fuente