Muchas generaciones de estudiantes se han enfrentado a la clásica tabla
periódica, realizada por primera vez por Dmitri Mendeleyev en 1869. A
pesar de su antigüedad, sigue siendo una de las mejores formas de
ordenar los elementos químicos, ya que permite agruparlos en columnas
con propiedades similares, y lo que es más importante, predecir las
propiedades que tendrán los elementos no descubiertos en función de su
posición en la tabla periódica (en tiempos de Mendeleyev sólo se
conocían 63 elementos, hoy son 117).
Aunque una de las reglas no escritas de la teconología reza que “no se
debe arreglar lo que ya funciona”, el investigador de Microsoft Mohd
Abubakr ha propuesto una nueva reordenación que tenga en cuenta el
tamaño relativo de los átomos. Para ello, los ha ordenado de forma
circular, situando los elementos más lejos del centro a medida que el
tamaño de sus átomos aumenta.
Este diseño conserva la clasificación de grupos y periodos de la Tabla
de Mendeleyev pero le dota de una nueva e interesante perspectiva
visual. Además resuelve el eterno problema de la colocación del
hidrógeno y el helio, situándolos en una posición especial en el centro
del dibujo, sin asignarles una columna concreta.
No todo son ventajas, claro. Para empezar, leer una tabla circular es
más complicado que leer la sencilla tabla de Mendeleyev, a la que
prácticamente todo el mundo está ya acostumbrado. Además tampoco aporta
grandes ventajas adicionales: los lantánidos y actínidos siguen
colocados fuera del diagrama principal, y tampoco aporta nuevas
‘predicciones’ sobre los elementos aún no descubiertos al margen de las
que ya se conocen con el modelo clásico.
No se trata de la primera forma alternativa de representar la tabla periódica. Tenemos por ejemplo el modelo de Theodor Benfey, que coloca los elementos en una espiral bidimensional.
Recientemente, el francés Maurice Kibler ha propuesto una interesante
alternativa que ordena los elementos basándose en una determinada
teoría de grupos que atiende ciertas simetrías entre elementos no
consideradas en el formato de Mendeleyev. Este modelo serviría para
predecir ciertas propiedades de los elementos aún no descubiertos y que
no estarían consideradas en la tabla clásica. Sin embargo, hay que
esperar a que esos elementos sean descubiertos para certificar la
validez de esta propuesta.