Una entrevista alVeterinario experto en Comportamiento animal
M.V. Claudio Gerzovich Lis: "Un perro necesita seis palabras para que lo eduquen
bien"
Educación - firmeza - paciencia - ejercicio, disciplina y
afecto
Todos creemos que a nuestra mascota "sólo le falta hablar" y es uno más
en la casa. Muchos científicos aceptan ya que hay diferencias apenas de grado en
las conductas y los sentimientos de humanos y animales.
Si usted se enganchó con "Por amor a vos" por el espectacular gato persa
de Claribel Medina o es de los que en el fondo de escritorio de su compu tienen
la foto de su perro labrador, esta entrevista le está dedicada. Porque Claudio
Gerzovich Lis es un experimentado veterinario que se especializó - como muy
pocos en la Argentina - en todos los secretos del comportamiento de perros y
gatos.
Fue docente en la Facultad de Veterinaria de la U.B.A y en universidades de
México y Bolivia. Ha publicado el best seller Nuestro perro, uno más en la
familia y su sitio en Internet (
http://www.foyel.com/imagenes/linkout/o.php?out=http://www.comportamientoanimal.com/]
www.comportamientoanimal.com[/url] ) recibe
innumerables visitas diarias.
Hace años disfruté dos libros del zoólogo inglés Gerald Durrell: Mi familia y
otros animales y Bichos y demás parientes. ¿Realmente los animales
pueden ser parte de nuestra familia?
Depende de qué especie estemos hablando. Si hablamos de especies sociales
que tienen un comportamiento similar al del humano, como podrían ser los perros,
no sólo pueden formar parte de la familia, sino que deberían hacerlo. Nuestro
perro es el miembro no humano de la familia.
¿Perros y gente tienen comportamientos similares?
Unos y otros somos sociales; los perros viven en grupos sociales y los
humanos también. Los humanos alcanzamos la madurez sexual antes que la
madurez social; a los perros les pasa lo mismo. Los humanos mantenemos un
comportamiento de juego durante toda la vida, que va decreciendo, pero no se
pierde; los perros también. Los hijos de los humanos requieren cuidados de sus
familiares para desarrollarse bien; los cachorros, también: la jauría,
generalmente formada por parientes, los cuida. Los perros son territoriales; los
humanos también: limitamos nuestra casa, nuestra esfera de influencia en el
trabajo, etc. Somos omnívoros, aun cuando uno balancee ahora la dieta de su
perro con alimentos especiales. Y, por fin, unos y otros somos jerárquicos,
vivimos en sociedades y en familias donde hay estratos distintos, esferas de
poder diversas.
¿Podemos hablar indistintamente de perros y gatos como integrantes de nuestra
familia?
Los gatos también pueden ser miembros no humanos de la familia, si
nosotros podemos respetar sus patrones comportamentales. Insisto en que el
perro y el hombre se parecen mucho; pero el gato, no. Si yo quiero
incorporar a un gato pensando que es un perro que maúlla, me voy a equivocar.
No me diga que usted es uno de los que tienen prejuicios con los gatos...
No, claro que no. Lo que pasa es que el perro es un animal social; y el
gato es principalmente territorial. Muchos dicen que el gato es a-social.
Yo no lo suscribo, digo que es parcialmente social. Y digo también que es
sociable: es un animal que se acerca y es afectuoso, pero no necesita
obligadamente de la interacción. El gato se incorpora a la familia, pero
siempre desde un ángulo diferente que el perro.
Solemos decir que nuestro perro nos ama o que nuestro gato se estresa. ¿Podemos
humanizarlos tanto? ¿Es lícito hablar de que perros y gatos tienen sentimientos,
emociones, inteligencia?
¿Por qué decimos que eso es hablar en sentido humanizado?
Porque creemos que ésas son actitudes o rasgos de los seres humanos. Exacto.
Es cierto que en el campo popular hay mucho de antropomorfismo. Como
contraparte, en el mundo científico hay mucho de antropocentrismo. La gente
dice: "A mi perro sólo le falta hablar, es un humano"; y en el campo
científico, se tiende a decir: "No, no, los sentimientos son privativos del
humano".
¿Y usted qué cree?
Que no, que los sentimientos no son privativos de los humanos. Yo
creo que no hay diferencia de clase entre animales y humanos; hay diferencia
de grado. O sea, somos parte de la evolución. Acabo de terminar En busca de
Spinoza, un libro de Antonio Damasio, el prestigioso investigador en
neurobiología. Spinoza era un filósofo holandés que decía que gran parte de los
comportamientos humanos se basan fundamentalmente no en la razón sino en las
emociones y en los sentimientos. Y fue denostado. ¿Por qué? Porque se
defendía que sólo nosotros, los humanos, somos racionales. Y Damasio, tantos
siglos después, está encontrando que hay un correlato en el sustrato anatómico
con lo que Spinoza decía. Es un avance importante. Pero, aún más, Damasio
postula que muchos de los comportamientos de los humanos son similares, en sus
bases, a los de los animales. No quiero caer en que los animales son humanos.
Digo que los animales no son humanos; pero que nosotros, los humanos, sí somos
animales. Es increíble, pero estas ideas causan sorpresa hoy.
¿Habrá miedo de encontrar demasiadas similitudes, demasiada cercanía?
Por supuesto. Si un animal está más cerca mío de lo que yo creo, me atemoriza,
porque descubro que no soy único sobre la Tierra. Fíjese que, en su momento,
decir que la Tierra no era el centro del universo generaba desamparo.
Es obvio entonces que, por esas diferencias apenas de grado que usted señala
entre humanos y animales, integrar un perro o un gato a la casa no es comprar un
placard o una computadora. ¿Qué cosas habría que tener en cuenta antes de
sumarlos?
Muchísimas. En estos casos no conviene la improvisación ni confiar en la suerte.
Porque en la sociedad actual, si uno va a tener un perro, va a tener
dificultades. Lo dice alguien que ama a los perros, que trabaja con perros y que
vive con perros.
¿Por qué dificultades?
Porque un perro demanda mucha atención, mucha más que un gato; un
perro lo ata a uno a un tipo de vida. Es decir, si yo vivo solo, o tengo mi
familia y me quiero ir de vacaciones, cierro la casa y me voy. Si yo tengo un
perro, ¿qué hago con el perro? ¿Lo llevo, no lo llevo? No lo puedo dejar
solo. Si tengo un jardín hermoso, traje al perro y me quedé sin jardín. Vivo en
un departamento; traje al perro, hace pis, caca por todos lados, rompió los
sillones. Si lo pienso fríamente, todo lo que trae un perro son complicaciones.
¿Y si no lo pensamos fríamente?
Ahí está la cuestión. La decisión es centralmente emocional. Mire, yo viví
siempre con perros, hasta hace dos años, cuando se me murió de viejo el perro
que tenía y por primera vez en mi vida estuvimos sin perro en la familia.
Yo no lo podía creer, pero me sentía más libre. Hasta que alguien me
dijo: "Te voy a regalar un perro". Y volvió esa necesidad o esas ganas de decir
sí y me regalaron no solamente uno sino dos, que me trajeron un montón de
complicaciones; pero también un montón de alegrías.
¿Le puedo contar una anécdota? - Claro:
Hace poco me llamó una familia para que la asesorara en la compra de un perro.
Hermosa casa, jardín bárbaro. Cuando le pregunto a la dueña de casa qué esperaba
del perro me dijo: "Sobre todo, que sea limpio". Le expliqué que era
mejor entonces ir a una juguetería y comprar un peluche. Los chicos, obviamente,
eran los que querían el perro. Ella, gentilmente, me agradeció que les hubiera
señalado todos los inconvenientes que traía un perro. A los diez días me llamó y
me dijo: "Ya elegimos la raza. Ya sé que no nos conviene tener perro, pero todos
tenemos ganas". Ahí está el asunto: conocer los pro y los contra
responsablemente y asumir el deseo y el beneficio emocional. Es así con los
perros y con la vida. ¿Usted no quiere tener problemas? Bueno, no viva.
Me quedé pensando en que usted dijo que el perro es un animal jerárquico.
¿Es perceptivo del sistema de poder que hay en una familia?
Absolutamente. El perro siempre sabe quién manda. Muchas veces no manda
nadie, y ése es el gran problema para él: la ambigüedad.
¿Por qué?
Porque un perro necesita seis palabras para que lo eduquen bien. Primero,
debemos tener los conocimientos y después aplicarlos de manera coherente, firme
y paciente. "Educar" (perros y chicos, si usted quiere) implica ser
coherente en el mensaje, "ser firme" y "ser paciente" para
obtener resultados. Esas son las primeras tres palabras (o actitudes) que
necesitamos. Ya sé que todo junto es muy difícil.
¿Y las otras tres?
Las otras tres palabras que el perro necesita son "ejercicio",
"disciplina" y "afecto". Y, ojo, en ese orden.
¿Afecto en el último lugar?
Ya sé que en las casas es al revés. O sólo afecto primero, afecto después y
afecto al final. El perro, con sus diferencias, es un lobo doméstico que ha
pasado por la selección de la especie. ¿Qué hace el lobo para vivir? - Se
defiende y rapiña para comer.
Trabaja. O sea, tiene que estar ocupado todo el día para sobrevivir.
¿Qué hace un perro en una casa de familia? Nada o muy poco, y duerme en la
cama con el dueño. Estoy hablando de las situaciones en las que hay afecto, no
de esa gente que lo maltrata o lo tiene atado todo el día, lo que es un horror.
Lo que quiero decirle es que el afecto solo no alcanza, ni con los perros
ni con el resto de la familia de uno.
Fuente: Clarín , 2008.-
http://www.clarin.com/suplementos/zona/2008/03/02/z-03815.htm