Pensar en animales en peligro de extinción lleva de manera, casi inevitable, al mundo salvaje. Sin embargo, no sólo allí se hallan especies al borde de su desaparición, sino que también los encontramos en el ámbito doméstico. Es el caso de algunas razas de perro que, por diferentes motivos, apenas cuentan con un censo lo suficientemente nutrido para garantizar su subsistencia.
El setter inglés es un buen ejemplo de cómo el simple efecto de las modas puede suponer el fin de una raza. La introducción del chihuahua y su crecimiento exponencial como mascota ha sido una de las causas por las que, según el Club de Perreras británicas, el número de nacimientos de setter inglés ha caído en dos tercios en la última década. El chihuahua, por su parte, ha visto incrementado el número de registros en un 25% sólo en el último año, empujado por la popularidad que le han dado estrellas como Paris Hilton.
El setter no es la única raza autóctona inglesa que se encuentra en peligro de extinción. Tal y como apunta Caroline Kisko, secretaria del Club de Perreras, pasa a unirse a la lista negra de otras 24 razas nativas vulnerables, como el terrier irlandés, el sussex spaniel o el collie de pelo corto.
Otro dato abrumador: en 2011 tan sólo se registraron en Reino Unido 3.000 perros de las 25 razas vulnerables, frente a los casi 2.000 huskies siberianos. No obstante, ni siquiera estos salen bien parados porque, tal y como explica Kisko, "el número de razas exóticas que están llegando a nuestros refugios se está multiplicando porque la gente termina por no poder darles el cuidado, aseo y ejercicio que necesitan".
En nuestro país, el alano español es una de las razas autóctonas más vulnerables. Introducido, según la mayor parte de teorías, por las tribus bárbaras en el siglo IV, su población fue disminuyendo a medida que sus usos caían en el olvido, fundamentalmente la ganadería brava y la caza. Como explica José Manuel López-Sidro, veterinario y presidente de Ancae (Asociación Nacional de Criadores de Alano Español), "en la década de los ochenta arrancó la recuperación de la raza en el norte de España". En concreto, en la región de Las Encartaciones (Bizkaia), donde la ganadería extensiva se encargó de preservar la especie, utilizando a los perros para sujetar al ganado por las orejas y el morro para su marcaje o vacunación. Y es que se trata de una raza corpulenta, de gran fuerza, que ya desde cachorro muestra su instinto de mordida para retener a su presa sin dañarla.
Ancae, que comenzó su andadura en 1995 y fue reconocida por la Real Sociedad Canina en 2004, ha jugado un papel esencial en el relevo de la recuperación de esta especie. "Desarrollamos un programa de consanguinidad muy exhaustivo para optimizar los cruces, trabajando desde entonces con un patrón racial reconocido", explica López-Sidro. Cuando existen tan pocos ejemplares y el nivel de parentesco es tan alto, surgen las enfermedades congénitas.
Lenta recuperación
En la actualidad, el presidente de la asociación asegura que la cifra de inscritos ronda el millar en su libro de cría, si bien "aún tenemos que afrontar una depresión endogámica" debido a esta elevada tasa de consanguinidad. Otras voces más pesimistas, como Mariano Peinado, presidente de la Asociación Internacional de Defensa Canina y sus Dueños Responsables (IADCRO), asegura que "pese a que haya algunos entusiastas que afirman que están recuperándolo, el verdadero alano español de pura raza está extinto hace más de 90 años", quedando su descendiente, el pit bull terrier americano.
El alano español, al que Alfonso XI ya hacía referencia en su Libro de la montería (1347) alabando su talle, ha visto cómo en los últimos años se ha recuperado su uso en diferentes parcelas. Además de en la ganadería ecológica, que busca el menor contacto posible con el hombre, López-Sidro también destaca la reconversión del perro como guardián de fincas no está incluido en la Ley de Perros Potencialmente Peligrosos y su progresiva vuelta a la caza con la autorización en algunas regiones de la cacería en ronda, esto es, con ayuda de una jauría de alanos para la caza de jabalí, donde el perro retiene a la presa hasta que el cazador remata con el cuchillo a la presa. Una prueba de la fuerza del alano que, hasta finales del siglo XIX, se utilizaba también en la tauromaquia, en la llamada suerte de perros al toro, que buscaba un desgaste del morlaco similar en la actualidad al infligido con las banderillas.
El setter inglés es un buen ejemplo de cómo el simple efecto de las modas puede suponer el fin de una raza. La introducción del chihuahua y su crecimiento exponencial como mascota ha sido una de las causas por las que, según el Club de Perreras británicas, el número de nacimientos de setter inglés ha caído en dos tercios en la última década. El chihuahua, por su parte, ha visto incrementado el número de registros en un 25% sólo en el último año, empujado por la popularidad que le han dado estrellas como Paris Hilton.
El setter no es la única raza autóctona inglesa que se encuentra en peligro de extinción. Tal y como apunta Caroline Kisko, secretaria del Club de Perreras, pasa a unirse a la lista negra de otras 24 razas nativas vulnerables, como el terrier irlandés, el sussex spaniel o el collie de pelo corto.
Otro dato abrumador: en 2011 tan sólo se registraron en Reino Unido 3.000 perros de las 25 razas vulnerables, frente a los casi 2.000 huskies siberianos. No obstante, ni siquiera estos salen bien parados porque, tal y como explica Kisko, "el número de razas exóticas que están llegando a nuestros refugios se está multiplicando porque la gente termina por no poder darles el cuidado, aseo y ejercicio que necesitan".
En nuestro país, el alano español es una de las razas autóctonas más vulnerables. Introducido, según la mayor parte de teorías, por las tribus bárbaras en el siglo IV, su población fue disminuyendo a medida que sus usos caían en el olvido, fundamentalmente la ganadería brava y la caza. Como explica José Manuel López-Sidro, veterinario y presidente de Ancae (Asociación Nacional de Criadores de Alano Español), "en la década de los ochenta arrancó la recuperación de la raza en el norte de España". En concreto, en la región de Las Encartaciones (Bizkaia), donde la ganadería extensiva se encargó de preservar la especie, utilizando a los perros para sujetar al ganado por las orejas y el morro para su marcaje o vacunación. Y es que se trata de una raza corpulenta, de gran fuerza, que ya desde cachorro muestra su instinto de mordida para retener a su presa sin dañarla.
Ancae, que comenzó su andadura en 1995 y fue reconocida por la Real Sociedad Canina en 2004, ha jugado un papel esencial en el relevo de la recuperación de esta especie. "Desarrollamos un programa de consanguinidad muy exhaustivo para optimizar los cruces, trabajando desde entonces con un patrón racial reconocido", explica López-Sidro. Cuando existen tan pocos ejemplares y el nivel de parentesco es tan alto, surgen las enfermedades congénitas.
Lenta recuperación
En la actualidad, el presidente de la asociación asegura que la cifra de inscritos ronda el millar en su libro de cría, si bien "aún tenemos que afrontar una depresión endogámica" debido a esta elevada tasa de consanguinidad. Otras voces más pesimistas, como Mariano Peinado, presidente de la Asociación Internacional de Defensa Canina y sus Dueños Responsables (IADCRO), asegura que "pese a que haya algunos entusiastas que afirman que están recuperándolo, el verdadero alano español de pura raza está extinto hace más de 90 años", quedando su descendiente, el pit bull terrier americano.
El alano español, al que Alfonso XI ya hacía referencia en su Libro de la montería (1347) alabando su talle, ha visto cómo en los últimos años se ha recuperado su uso en diferentes parcelas. Además de en la ganadería ecológica, que busca el menor contacto posible con el hombre, López-Sidro también destaca la reconversión del perro como guardián de fincas no está incluido en la Ley de Perros Potencialmente Peligrosos y su progresiva vuelta a la caza con la autorización en algunas regiones de la cacería en ronda, esto es, con ayuda de una jauría de alanos para la caza de jabalí, donde el perro retiene a la presa hasta que el cazador remata con el cuchillo a la presa. Una prueba de la fuerza del alano que, hasta finales del siglo XIX, se utilizaba también en la tauromaquia, en la llamada suerte de perros al toro, que buscaba un desgaste del morlaco similar en la actualidad al infligido con las banderillas.
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