Un bóvido del plio-Pleistoceno que habitó en las islas Baleares, llamado 'Myotragus', ralentizó el ritmo de su metabolismo hasta el punto de funcionar como un organismo reptiliano para ahorrar recursos energéticos y, así, poder sobrevivir en un entorno en el que escaseaba la comida.
Es el primer caso de 'mamífero-reptiliano' que se conoce y su estudio, por parte de dos investigadores del Instituto Catalán de Paleontología, acaba de ser galardonado con el Premio Internacional Paleonturología 10, que concede la Fundación Dinópolis.
El trabajo, publicado en la revista 'Proceedings of National Academy of Science' (PNAS), logró precisar la estrategia evolutiva seguida por el 'Myotragus', una especie de cabra primitiva que vivía aislada en las islas desde hace unos 6.000 años, cuando llegó hasta allí al bajar el nivel del Mediterráneo.
Esta cabra se encontró en un medio ambiente en el que no tenía depredadores, lo cual era una ventaja, pero tampoco disponía de mucha vegetación para alimentarse, lo cual era un grave inconveniente.
Salvador Moyà-Solà, uno de los dos firmantes del trabajo en PNAS, con Meile Kölher, del mismo Instituto, explica cómo estos dos factores afectaron a su organismo: "La evolución diseñó un mamífero adaptado al ahorro energético para que pudiera sobrevivir, y lo consiguió hasta que llegaron los humanos y acabaron con ellos, hace unos 3.000 años".
El 'Myotragus', por selección natural, fue reduciendo su cerebro, hasta llegar la ser la mitad del de otras cabras de la Península de un tamaño similar. Este cambio afectó a su capacidad de visión o de audición, mucho más reducida, pero tampoco eran sentidos que necesitara agudizar porque no había depredadores de los que avisar.
Las cabras caminantes
Tampoco corrían, sino que caminaban. De hecho, sus patas eran cortas y tenía fusiones entre sus articulaciones que le impedían el galope, otra forma de ahorrar energía.
Los investigadores averiguaron, mediante el estudio de los fósiles de este animal, que son abundantes en las Baleares, que el ritmo del metabolismo de los 'Myotragus' era, además, mucho más lento en su crecimiento que el del resto de los mamíferos, tanto que tardaban en conseguir la madurez hasta 12 años. "Era un mamífero de sangre fría, un mamífero-reptiloide, y es un caso único. No se conoce otro igual, ni ahora ni en el pasado", asegura Moyà-Solà.
Esta sofisticada adaptación se convirtió en su peor enemigo cuando llegaron los humanos modernos, dado que, con mala vista y oído y sin correr, eran presas muy fáciles de cazar. Hace 3.000 años acabaron por extinguirse, según se desprende de los registros paleontológicos.
El jurado de la Fundación ha valorado el detallado estudio del tejido óseo del bóvido y su estrategia de crecimiento, que fue elegido entre los 17 artículos científicos participantes en la convocatoria.
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