La agroenergía es ansiada en los días actuales a causa del agotamiento creciente de la matriz energética fósil. La energía, imprescindible para todo, es el motor de la economía de mercado
La utilización de energías renovables obedece a dos imperativos: el primero, la corta longevidad, cerca de 40 años, del petróleo; del gas, 60 y 200 para el carbón. El segundo, es la protección del medio ambiente y el control del calentamiento global que, si se descuida, pondrá en peligro toda la civilización.
Aún así, un sustituto de la energía fósil no es alcanzable aún a medio plazo. En 2012 la agroenergía representará solamente el 2% del consumo global y podrá llegar en 2030 al 7%, suponiendo que se utilice el conjunto de las tierras cultivables de Australia, Nueva Zelanda, Japón y Corea del Sur. Si se utilizaran todas las superficies productivas de la Tierra alcanzaría el equivalente a la producción de petróleo, que es de mil cuatrocientos millones de barriles por día. Las demandas actuales se elevan a tres mil quinientos millones, tendiendo a subir. Aquí surge un impasse sistémico, que debería de obligar a pensar en otro modo de producción y de consumo, menos energívoro.
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